
El arco voltaico entre tu ojo y mi ojo
es suficiente
para recrear un aminoácido que quiere ser vida.
Pero tú no querías jugar más a las cosas vagas.
Tú querías ser dios y titán y rey y calma, la tuya, en la guerra de otros.
Rendirse a la palmadita en la espalda.
Amar la energía usada.
Sonreír creyendo que es verdad.
Y otros asuntos en la agenda de quien, como un eunuco, sabe y no puede.