Todo lo que me daba miedo
fue un camino.
Volverme loca.
Me subí a los bancos a gritar por mi vida.
Y me reía.
Estarme sola.
Patee el horcajo de abajo a arriba.
Y dije no a quien quiso acompañarme.
Cuidar a otros.
Fundí mi tiempo con su fiebre.
Y estuve cansada y receptiva.
Ser feliz.
Y dije sí.
Las respuestas que quise saber
las traía enganchadas en las botas
para que fueran trasladadas y plantadas
unos cuantos metros de años tarde.
Y todo lo que me daba miedo
me siguió guiando.