Tratar conmigo
no va a llenarte de certezas,
de afirmaciones claras,
de noches de sueño plácido.
Hacer conmigo negocios
no te saldrá caro,
pero no te dejará sensación de opulencia y calma.
Yo, que ni sé si mañana tendré esta misma cara,
no puedo ofrecer un producto empaquetado y etiquetado.
Si cambio de nombre,
no por maldad, no por veleta,
sino porque me es imposible ejercerlo de forma sincera
más de unos cuantos días.
Y si temes no saber
quién estará tras la puerta
no debes preocuparte:
siempre soy yo
de diferentes partes hecha
y tan bien mezclada
que apenas verás
los puntos de sutura.