No eres dolor, ni clavo, ni cruz.
Eres tú, de vida entero.
No hay metáfora, escondite, ni pasillo.
Eres un humano, imperfecto y querido.
No resistas.
Olvida bombardeos, fuegos, humos,
siéntate y hablemos.
Y dilo como quieras. O calla. No hace falta
ni una ni media palabra. Todo sale.
Y no siempre es luz reflejando el oro,
no siempre será un bosque fresco y hojarasca.
Pero la vida trae esos riesgos:
conocerse a uno mismo
es pura belleza y miedo.