Me he escondido tras flequillos,
tras gafas de sol demasiado grandes
y en libros que no entendía.
Me he escondido en la ironía,
en las desventajas y en los servicios al prójimo.
En el egoísmo también,
en las lágrimas y en las labores
de reconocimiento de la tropa.
Me escondí tras las palabras.
Donde más dolía.
Hasta que firmé la promesa:
cuando el miedo me tenga
cogidos los tobillos
voy a exponer el muestrario
para que cada uno coja
las frases que más quiera.
Y nunca, ya nunca
crear de palabras la celada.
Bello, me encanto.