No es oscuro, no es cuestión de luces.
He visitado todo tipo de balcones, he pasado
mis manos terribles temblorosas
por un buen número de inventos
satisfechos de haberse conocido.
Algunos trituraban. Otros son silencio.
Descubrí las salidas de emergencia
y todo era, imaginadlo,
mucho menos grave allí en la calle.
Voy a decir adiós a este bosque, a este martillo
que dio suficientes golpes y alarmas,
que quedará aquí totalmente enterrado
para cuando sea necesario.