
Sueña don Quijote
con huir de esta cordura de rutina.
De comer día sí, día sí, día sí
esa misma comida y párrafo aparte.
Sueña don Quijote
una escapada y no sabe
cortar la cadena invisible
de una vida que no merece una novela.
¿Por dónde salir sin ser visto?
¿Y si abriera la bisagra de los mitos?
Sueña don Quijote con una inmensa locura
para matar a una vida de mentira.
Y muere Alonso.
Y se quema en una pira
que ofrecemos a los dioses de los libros.
Sueña don Quijote
con seguirle la corriente a sus vecinos.
Y se ríe.
Y esta vivo.
Y ha escapado fingiendo que no finge.
Y le pone algo de sal a esta llanura.
Sueña don Quijote, aunque a veces se desvela
y vuelve a ser Alonso unos minutos
y organiza las cosas como a él le gustarían.
Después descruza los dedos y dice «ya se vale».
Y vuelve a tener vida.
Y vuelve a ser él mismo.
Y despierta y muere un poco.
Y despierta y vuelve a una historia que no le corresponde
y a ese cuerpo envejecido que no le pertenece
y a ese día del que no quiere ni acordarse.