Todo está hecho de matemáticas.
Como las personas condenadas a encontrarse,
se miran y calibran
reteniendo los segundos necesarios
para que no sobre ninguno en esta tierra.
Y hay personas destinadas a encontrarse.
Se tienen que buscar a ciegas,
tanteando con los dedos,
pidiendo silencio alrededor
para calcular distancia exacta
entre dos escondites de donde no van a salir.
Pero todas las cosas saben de matemáticas.
Hasta la palabra que pronuncias sin miedo
esperando que te mate o te reviva.