
A veces, los dioses
te ponían en mi paso
como la piedra en la que tropezaba,
caía, hería mis rodillas, ya nunca sanan ciertas pieles.
A veces, una fuente
donde refrescar esta línea del tiempo que pesaba.
A veces, un mundo pequeñito, cuatro calles
recorridas para que veas otro marco,
un viaje que no sea el último.
A veces, salir de casa
hacia la casa que tú eras.