Hay que aceptar los pequeños maltratos
que la realidad lanza por la espalda.
Y es que el tiempo no siempre
camina por el pasillo más recto.
Así que no tendremos resultados acertados
siempre y cada vez. ¿Qué esperabas?
¿Dónde estaremos todos
de aquí a cinco, seis años?
¿Quién vigilará los campos?
¿De quién diremos que es la tierra
que mutilamos con cierto cariño, cierto desinterés?
Presos los unos de los otros
soy tal vez la única que recuerda
el trabajo que costó vivirse.
Tan cerca. Tan solos. Tan locos. Tan pronto.