Creía haberte visto
al otro lado de un verso
que no era bueno, ni era malo,
ni hablaba de nada asombroso.
Pero creía haberte visto
quizá por el enfado, quizá por mis errores.
Torcidas las cosas
merecía mucho la pena enderezarlas,
pero quien no sabe aplicar las leyes de la tristeza
corre hacia los brazos de la torpe supervivencia.
Creía haberte visto.
Creí que podría encontrarte
entre cien millones de personas.
Seguramente te vi muchas veces
a través de otros,
en mis pequeñas salidas para tomar aire.
En una canción
que tardé treinta años en comprender.
Creí que estarías de repente en el giro de la calle más anodina.
Creía haberte visto.
Pero a lo mejor no eras tú.
A lo mejor solo era yo
entendiendo que tendría
que encontrarlo primero yo sola
antes de poder regalarte
ese tú, ese yo,
ya nunca más en partes.