Son importantes las personas importantes
porque son susceptibles de que las perdamos.
Y una vez que pasa esto
solo la calle de noche
con una acera que sube y otra que baja.
Y sucede también, de vez en cuando,
que me canso de ser fuerte y atlántica
y de odiar a todos vuestros enemigos
siguiendo todas las leyes que se esperan.
¿Dónde tengo yo mi guardia pretoriana?
Al final, en los cuadrados más pequeños
moriremos como vivimos, tan honestamente:
de pie, sin ser vistos, silbando esa canción que nos gustaba,
fingiendo que no duele saber lo que se sabe.