Podríamos ser siervos, perros fieles,
esclavos de los pensamientos,
tirar todos los bienes
persiguiendo sacrificios imposibles
que restan semillas y añaden ciénaga.
Podríamos mirarnos desde alturas bien distintas,
tener miedo del castigo por las faltas,
fregar el suelo ajeno con nuestras lágrimas.
Podríamos no esperar
absolutamente nada por el peor trabajo
y ser alfombra bajo los pies que más amamos.
O podríamos ser iguales y contarnos
si el mundo nos acuna o nos aplasta.