
Vivir conmigo es ajustar la realidad cada mañana,
saber que hay que hacerla cada día.
Encontrar hebras de lana por el suelo,
quizá jersey, quizá lamento, lo que toque.
Ver una ventana abierta, saber seguro
que el cristal o bien refleja o no muestra
lo que un cristal debe enseñar al otro lado.
Vivir conmigo es calendario y fecha fija
siempre por determinar, pasado que vuelve.
Oír el mar en una caracola
que dejó el agua hace ya miles de años.
Sentirse solo
cuando mi piel es demasiado fina,
inundado de mí
cuando yo soy el regalo.