
Tú que has subido desde el fondo de este precipicio
para acompañar este baile de cintura con la electricidad de un pensamiento,
y sabes que la agricultura no se opone a la recolección,
la tierra nueva que saluda.
Tú qué has rozado la bomba atómica
y has estado a un centímetro
de la destrucción total,
de que murieras
por el aplastamiento de lo que no existía,
escucha menos a la voz que sugiere que es mentira
esa mano tuya
puesta en esa otra mano que agarra
tu propia voz
huyendo a ciegas
desde tu muñeca
hasta la suya.