
Un viejo recuerdo de yo niña,
yo en la tierra polvorienta de meseta,
centrada en amapolas y en espigas,
demasiado bien vestida para ellas.
Las rodillas
arañadas
por los juegos,
resina, piel pringosa, no era edén prometido,
sin embargo.
Ser mayor es crecer a quien tú has sido,
venerar a esa niña que jugaba los festivos,
ser más grande para ella, más astuta,
y ser libre para que no te hiera el campo
ni la falda planchadita en tu regazo.