
Príncipe del tiempo, señor del ruido
que suena en los cajones que no abres,
delirio de niño que sabe lo que quiere y no lo pide.
Al final de la galería de hielo,
de la isla constante,
el pasillo termina
en ojos lanza clava sonrisa,
tus ojos de piel de tigre,
tus ojos humo de café.