Yo no sabía muchas cosas
y miraba todas mis deudas
con el mismo desprecio, el mismo trato
que creía que merecía.
Yo no había querido saber nada
y drenaba la ignorancia con un aire maldito
de ojos muy fijos en los otros
y sonrisas de hielo y años.
Yo me fui resquebrajando
como un vaso de barro mal cocido
que no podía contener
los placeres de esta vida.
Y se aparecieron, aunque yo no quería,
una serie de hojas caídas al suelo
que querían llegar al centro
de una ciudad deshabitada.
Y construir.
Y tomar decisiones.
Y gobernar los caminos.
Yo no tenía destino, ni canciones.
Yo no sabía qué piedra romper, cuál cantera,
qué obstáculo poner para esconderme.
Y como aprendiendo a leer, letra a letra,
las cartas se fueron jugando
y formé palabras
para seguir existiendo otro día.
✍️ Sin saber nada venimos y sin saber nada nos vamos, tropezando con todas las piedras que nos encontramos 👍