Quien tiene un cuerpo apto para muchas cosas, tiene un alma cuya mayor parte es eterna.
Spinoza
Hasta este pequeño momento
tan temido, tan ansiado,
nos han traído los pasos
improvisados en mayor número.
Ligeros como un sueño que se esfuma
si desconfías de su verdad,
que no puedes tocar por si se quiebra,
que no dejas de mirar porque a las fantasías
no suele gustarles que nos despistemos.
Y así, sin inventos ni campañas,
todo fue recorriendo
un plan que no existía
y apareció dibujado
sin olvido y con persistencia.
Un camino que se aleja hasta el horizonte
y jura que no va a volver para cruzar la línea de fuego.
Una promesa que por suerte no se cumple,
pues era imposible cerrar
todas y cada una de las puertas que la vida abre.
Una piedra lanzada a una corriente
que se la llevará para siempre
antes de entender de una vez
que si fluye, vuelve.
La situación inevitable que derrumbó los palacios de aquel cuento
tuvo que convertirse en novela,
después en sigilo,
finalmente en acuerdo
para no asustar a las conclusiones.
Y así, uno frente a uno,
este pequeño momento temido y ansiado
hasta el que nos ha traído
esa mezcla ingenua y humilde
de simples ganas de encontrarnos
y un plan que no existió
y apareció dibujado
sin un ápice de olvido.