Solo estuve esperando
a que pasasen tus manos. Esas huellas.
Solo estuve esperando,
con calma, no creas,
a que cambiara el tiempo
y se parara de espaldas a ti el viento velético.
Solo estuve esperando
a que las cosas dejaran de tener tu significado
y que ya no pudieran surgir de la nada a través de tus ojos.
Solo estuve esperando
con las manos cruzadas en el regazo
o tejiendo sintagmas o telas de araña
a que tu materia saliera de mis poros y respiraran.
Solo estuve esperando
el mejor momento
para cortarme los pies y no seguirte.
Solo estuve esperando,
tranquilamente y sonriendo,
a dejar de esperarte, pesca sin muerte.
Solo estuve esperando a que terminara
la impresión
de haberte conocido.
Y tras la espera,
la tela y las manos,
la pesca y el viento,
seguirte y la trampa
dijeron que era suficiente
y que levantaban la barrera
para que no dejara escapar
la impresión
de haberte conocido.