
No sé si te has fijado,
pero en cada casa a la que vamos
la gente charla, pregunta por la madre. Y yo
sonrío, acepto ese intercambio, pero siempre
acabo por buscarte, cerca cerca,
olvidarme de los otros,
estarme entre tus brazos.
Y da igual que nadie más repita el gesto,
y da igual que quizá ya no haya edad para esas cosas.
Sin pensarlo sigo siendo aquella chica
localizando tu mirada en cualquier fiesta.
Te requiero esa defensa innecesaria,
demuestro al mundo lo que soy,
lo que seremos.